“Nosotros pertenecemos a la generación que tiene que adaptarse al hecho de que el cambio es la norma, porque nos hemos criado con la ilusión de la estabilidad. Cuando gran parte de lo que conocemos y amamos está cambiando, la aceptación plena de la responsabilidad personal llega a ser una necesidad física y psicológica para la supervivencia” John Whitmore
El Coaching Transaccional (CT) abarca transformaciones
profundas de la conducta humana; entendiendo por conducta las distintas
manifestaciones de la personalidad como el pensar, el sentir, el hablar y el
actuar. (Steiner, 2005). El CT es un
proceso de acompañamiento, que brinda soluciones concretas para el
autoconocimiento o descubrimiento de la esencia misma que origina el quiebre
por el que atraviesa el cliente.
Está basado en un lenguaje definido y claro, de fácil comprensión para
cualquier individuo.
Para el abordaje de CT se aplican
especialmente técnicas del Análisis Transaccional (AT), considerando la premisa
de que “Todo el mundo es tres personas” (Berne, 1986). El AT aplicado al
coaching permite, entre otros aspectos, el
desarrollo de habilidades de liderazgo; poder analizar, prevenir y resolver conflictos o problemas
futuros y entrenar en la gestión estratégica de los recursos
humanos. Además, facilita y fomenta el
trabajo en equipo, potenciando los recursos presentes del individuo para lograr
una interacción sana y efectiva; contribuyendo de esta manera, con el
mejoramiento de las relaciones, la comunicación
y el equilibrado manejo de la Inteligencia Emocional.
Los instrumentos que se
utilizan en Coaching Transaccional al ser de tan amplia repercusión, se adecuan
a infinidad de situaciones para el logro de distintos objetivos en concordancia
con las necesidades humanas. Está enfocado a desarrollar la capacidad de
obtener resultados en el corto, mediano y largo plazo. Aunque incluye el
lenguaje verbal y gestual, su utilización trasciende la comprensión de la
expresión lingüística relacionándola siempre con los tres estados presentes en
la personalidad del individuo: Estado del Yo Padre, Estado del Yo Adulto y
Estado del Yo Niño. Por eso, el Coaching Transaccional va más allá del lenguaje
y la comunicación, porque involucra un nivel mucho más profundo de la
conciencia del ser humano, quien tiene innumerables manifestaciones donde el
lenguaje, es sólo una de ellas. (Steiner, Ob. Cit.).
Autoconocimiento y Coaching Transaccional
Cada ser humano, desde su mundo interior es responsable por
todo cuanto le acontece en el exterior. Sobre
la base de este criterio, surge la idea del autoconocimiento, el cual puede ser
descrito como el trabajo personal de análisis de nuestras conductas, consignas,
creencias, mapas y modelos de vida. El autoconocimiento es un proceso que más
que aprenderse, debe aprehenderse
para darnos cuenta (Perls, 1982), e
ir descubriendo nuestras deficiencias, pero al mismo tiempo, adiestrarnos en la
tarea de poder reconocer nuestro verdadero potencial.
En el marco de acción, el autoconocimiento o
autoevaluación es la primera aptitud que debe considerarse para el desarrollo y
aplicabilidad del CT. Si no se logra llegar a ese punto de poder autoevaluar
las acciones personales, en las diferentes transacciones que a diario nos toca
vivir, es difícil que puedan desarrollarse otras aptitudes, incluyendo la
comprensión y el poder ejercer influencia positiva sobre los demás.
Al respecto, Weisinger (citado en Steiner, ob. cit.), precisa que la clave para
gestionar o coachear a otros de manera efectiva, es manejarse uno mismo
primero. Significa que cuanto más conoces de ti mismo, más puedes relacionarte
con los demás, desde una posición de confianza, seguridad y fortaleza. Conocerse a uno mismo es una
tarea difícil, porque pone en juego directamente nuestra racionalidad
(Neocortex), pero también nuestros miedos y pasiones (cerebro reptilíneo), que
generan nuestra emocionalidad (cerebro límbico) y por ende, nuestras conductas
y contenidos lingüísticos. (Frasquillo, 2009).
También, Frasquillo considera que es
importante destacar el papel que juegan las emociones (especialmente el miedo,
la rabia, el amor, el rencor) en nuestras actitudes, conductas y palabras que
pronunciamos. Son acciones y sensaciones que nos acompañan
siempre, pero rara vez se les presta atención. Lo típico es que se toma
conciencia de ellas, sólo cuando se desbordan; en algunos casos ni siquiera se
consideran y llegan a constituirse en acompañantes inadecuados de nuestra
personalidad durante toda la vida.
Pero, si
prestamos atención, las emociones que originan nuestras acciones se experimentan en planos más sutiles mucho
antes de que surjan con tanta fuerza y reiteración. Esto implica el
reconocimiento del tipo de sentimiento o emoción, actitud y conducta en
determinados contextos y situaciones. Si
se llega a este estadio, evidentemente que el siguiente será, el análisis
reflexivo y la autoevaluación de la conducta generada. (Frasquillo, 2012).
Indiscutiblemente,
este proceso consciente, constituye un acercamiento hacia el autoconocimiento.
Por eso, las personas que no reconocen (o no han aprendido a reconocer) sus
sentimientos o conductas, se encuentran en tremenda desventaja y, en cierto
sentido son analfabetas emocionales (Codina, 2012) ajenos a la compleja realidad que constituye ser,
humano. De tal manera que, el autoconocimiento ofrece un timón seguro para
manejar y mantener nuestras decisiones en armonía con nuestros valores más
profundos.
Instrumentos de Análisis Transaccional
Los instrumentos de AT, aplicables en el
acompañamiento de Coaching Transaccional son: el Análisis Estructural y Funcional,
Análisis de las transacciones, Simbiosis, Descalificación, Conductas no
productivas, Caricias, Posiciones existenciales, Emociones
y Rebusques, Juegos Psicológicos y Triangulo dramático, Estructuración del
tiempo, Argumento de Vida, Miniargumento y Dinámica de Grupos.
Análisis Estructural y Funcional
Según Opi y Beltrán (2005), El Análisis
Estructural se enmarca en lo que Berne (Ob.Cit.) denominó como “Estados emocionales del yo” (p. 61),
identificándolos como: Padre, Adulto y Niño, los cuales pueden ser vistos como
realidades fenomenológicas. Este mismo autor señala que cada uno de esos
estados posee sus propios contenidos y sus propias características.
Además, es importante mencionar las patologías estructurales de la personalidad,
entre las que se pueden mencionar las contaminaciones
(intromisión de un estado emocional en otro), los estados del Yo exclusivos (funcionamiento exclusivo de un estado
emocional del Yo) y los estados del Yo
excluidos (funcionan dos estados del Yo y uno es excluido). (James
y Jongeward, 2000).
En cuanto a la Estructura Funcional de la personalidad, esta la
conforman las diferentes manifestaciones de los estados del Yo Padre, Adulto y
Niño. El estado Padre funciona como el Padre Crítico-Normativo y el Padre Protector
Nutritivo, ambos, tanto negativos como positivos. El estado del Yo Adulto no tiene ninguna
subdivisión (aunque puede tener aspectos positivos y negativos) y, en el estado
del Yo Niño, se pueden distinguir cuatro subdivisiones: Niño Natural-Libre, Niño Adaptado Sumiso, Niño Adaptado
Rebelde y Niño Creativo o Pequeño Profesor.
Las Transacciones en Análisis Transaccional
Una
transacción es definida como un intercambio de información y constituye la
unidad básica de comunicación en AT. En el CT constituye la unidad básica de
observación en el acompañamiento del cliente.
Quintero y Boersner (2006), aducen
que todo lo que ocurre entre las personas implica una transacción entre sus
estados del Yo. Berne (Ob.Cit.), Distinguió las transacciones como: Complementarias,
Cruzadas y Ulteriores, a
las que subdividió en Angulares y
Dobles.
Caricias
En AT
las caricias ocupan un lugar preponderante por cuanto se considera que todo ser
humano necesita de estas para su supervivencia. Berne, definió la caricia como
la unidad de reconocimiento social; integró las leyes de la biología humana con
las normas de interacción social en su famosa expresión: “Las personas
necesitan caricias, y si no las consiguen, su espina dorsal se les secará”
(p.14). Las caricias se clasifican en
positivas, negativas, mixtas, condicionales e incondicionales.
Los juegos Psicológicos
El juego
psicológico, puede
ser definido como una serie de transacciones que tienen un mensaje oculto o
ulterior y que concluyen con una recompensa emocional, la cual es una caricia
perjudicial que conduce a las personas a las posiciones existenciales “yo estoy
mal” o “tú estás mal”. Estas posiciones generan diferentes roles o papeles
básicos denominados: Perseguidor,
Salvador y Víctima y dentro del juego los jugadores los intercambian con
frecuencia. Los juegos se vinculan con conductas dependientes o simbióticas. Algunos de ellos son: Imperfección, Pata de palo, Golpéame, Ya te
pesqué, Perdóname, Sí, pero…, Alboroto, entre otros.
Conclusión como punto de partida
El CT mediante la utilización de la metodología de AT, proporciona al ser humano un permiso para pensar, aprender, desaprender y reaprender. Esto es especialmente importante en una sociedad que no nos ha enseñado mediante la acción educativa, a aprender a pensar y a utilizar de manera integrada todos los cerebros en toda su dimensionalidad; ni la aceptación de valía y reconocimiento personal.El Coach Transaccional, en su desempeño brinda al cliente herramientas de autoconocimiento que son prácticas y efectivas para un mejor desempeño e interacción, especialmente con nosotros mismos. Coadyuva en el logro de objetivos en el corto plazo, cuestión fundamental ante el contexto variante de una situación de crisis. El Coach Transaccional desde su postura, no se constituye en el héroe de la situación, sino que es el cliente, mediante el autoconocimiento, quien genera su autotransformación siempre orientada a constituirse en un mejor ser humano. En síntesis, este reconocimiento de los diferentes estados del Yo (Padre, Adulto, Niño) que conforma nuestra personalidad, conlleva al autoanálisis y reflexión acerca de nuestros actos y de las conductas propias y ajenas
En este sentido, puede decirse que todos requerimos el Yo Padre para hacer lo que es productivo para nosotros de manera ecológica, es decir, sin dañar a otros; el Yo Adulto, para hacer lo conveniente, considerando el conocimiento (datos) que tenemos de ello; y el Yo Niño, para disfrutar de nuestra vida desde la libertad y la autonomía .
En definitiva, el proceso reflexivo debe estar orientado al cambio del plan de vida que se ha tenido hasta ahora; porque siempre hay algo que cambiar y que oriente nuestra conducta a la transformación personal y social y a la postura existencial de okeidad: Yo estoy bien /Tú estás bien.
REFERENCIAS
Berne, E. (1986). Los Juegos en que participamos. 18tva. Ed. México: Diana.
Codina,
A. (2012). El Autoconocimiento. Primera actitud de
la Inteligencia Emocional. Documento
en línea. Disponible en: http://manuelgross.bligoo.com/content/view/433229/El-autoconocimiento-Primera-aptitud-de-la-inteligencia-emocional.html [Consulta: 2012, Agosto 17]
Frasquillo,
R. (2009). Programación Neurolingüística
vinculada a los procesos de aprendizaje del Docente Universitario. Tesis
Doctoral no publicada. Universidad Nacional Experimental Politécnica
de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana (UNEFA), Caracas.
Frasquillo,
R. (2012, Julio). Programación
Neurolingüística y aprendizaje del Docente Universitario. Conferencia
presentada en Jornadas de Investigación 2012. Universidad Bicentenaria de
Aragua (UBA). Turmero.
James,
M. y Jongeward, D. (2000). Nacidos para Triunfar. México:
Fondo Educativo Interamericano,
S.A.
Opi, J., y Beltrán, M.
(2005). La dieta del P.A.N. Una fórmula
para disfrutar de la vida. Barcelona: Amat.
Perls, F. (1982). Terapia Gestalt. Madrid:
McGRAW-HILL.
Quintero, L. y Boersner, D. (2006).
Autoconocimiento a través del Análisis Transaccional. 4ta. Ed. Caracas:
Disinlimed, C.A.
Steiner, C. (2005). Amor, Información y Análisis Transaccional.
Sevilla: Jeder.
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