17 de mayo de 2014

Coaching e intuición

Por Fernando Gil Sanguineti
El ser humano completo –soma- consta de seis elementos: cuerpo, emoción, espíritu, mente, energía y entorno. He repetido en innumerables veces que la intuición aflora cuando estos seis elementos están en equilibrio somático y que para que los seis estén en equilibrio, hay que hacer enormes esfuerzos por que cada uno esté en permanente ajuste hacia el equilibrio. Cuando hago referencia al soma, me refiero al mundo de las sensaciones, la temperatura, el peso, el movimiento, el flujo, las pulsaciones, vibraciones, imágenes, pensamientos, actitudes, quejas, sueños, lenguaje, actos, percepción, pensamiento, sentimientos, estados de ánimo, emociones, etc., todas “envasadas” en  nuestro cuerpo. Al ser nuestro cuerpo el contenedor de todo esto, la intuición habita en el tejido corporal, está in-corporada. Para tener acceso a nuestra intuición necesitamos estar en contacto con la energía de vida que fluye en nosotros. Necesitamos vivir plenamente en nuestros cuerpos. La intuición es el arte de “ver” a través de nuestros cuerpos.
Existen dos tipos de intuición. La primera de ellas es la que aflora desde la experiencia, el conocimiento, la práctica de cierta profesión que nos permite anticiparnos, “adivinar” lo que la persona dirá, lo que pueda estar pensando, como parte de un proceso de pensamiento, de acción, de interacción que fluye de cierta manera “típica”, lógica. En el Coaching, el coach sabe intuitivamente lo que el cliente está pensando, va a hacer o decir inmediatamente después en una situación particular. Esto ocurre con los grandes jugadores de ajedrez y los deportistas de equipo como resultado de haber estudiado y vivido miles de experiencias que coinciden y les ayuda a saber lo que ocurrirá inmediatamente después. En las artes marciales el atleta “siente” los próximos movimientos del contrincante. Esta habilidad es resultado de un estudio riguroso, de la práctica, del conocimiento y de la experiencia que le permiten identificar patrones que se repiten con frecuencia.
La segunda forma de intuición es mucho más profunda y, por lo tanto, de mayor impacto en el coachee. Ocurre cuando el coach se conecta con el inconsciente y la energía del coachee. En este caso el coach ha desarrollado la habilidad para sentir los procesos cognitivos, emocionales, conductuales y motivacionales de su cliente; la intuición se manifiesta a través de un sentimiento una sensación o una imagen en el coach. Por ejemplo, cuando un cliente entra al espacio de trabajo del coach, éste siente una sensación particular en su piel (piel de gallina) que lo hace sentirse incómodo. Puede ser también un dolor, una tensión muscular, una sensación particular poco común. Si el coach hace una revisión interna personal descubrirá que esa sensación no tiene una explicación y que no existía antes de que entrara el cliente a la habitación. Por lo tanto, la sensación fue resultado de algo que el cliente le transmitió a su ingreso. Es importante que el coach entienda que se trata de una hipótesis y que deberá preguntarle al cliente sobre su estado de ánimo para comprobar si su intuición es acertada. Caso contrario, continuará con la interacción para verificar la existencia de un estado de ánimo del que el cliente todavía no era consciente.
Otro ejemplo de este tipo de intuición, suele ocurrir cuando el coach hace una pregunta que escapa al contexto de la conversación que se estaba manteniendo. Hasta el coach puede sorprenderse de haber hecho esa pregunta pero cuando toma conciencia de su campo energético descubre que había una imagen, que surge de la experiencia, que lo llevó espontáneamente  a hacer la pregunta. Por ejemplo, el cliente estaba enfocado hablando de la relación complicada con su jefe y súbitamente el coach le pregunta por la relación con su padre. La pregunta era desenfocada,  sin embargo, el conflicto con el jefe llevó al coach a pensar en la imagen de autoridad que el padre pudo representar en la adolescencia o pre-adultez y en el posible patrón de una relación difícil con la autoridad.
Esta capacidad de sentir intuitiva muy profunda sólo se puede captar en nuestro cuerpo como un sentimiento, una sensación o una imagen. Es una experiencia desde la corporalidad que es importante que aprendamos a leer cuidándonos de nuestras proyecciones y de la tentación de creer que es la verdad absoluta.
Es difícil entrenar nuestra intuición sin una concepción amplia de los 6 elementos del ser humano completo y de su ajuste hacia el equilibrio somático. Para que ello ocurra el primer gran paso es acallar nuestra racionalidad (mente), tan bien desarrollada a lo largo de los años por el tipo de educación que hemos recibido. Nos han enseñado a ignorar los mensajes profundos de nuestro soma y a confiar plenamente en nuestra mente y en nuestra racionalidad. Nos lo dice Tim Gallwey en su metodología de coaching “El Juego Interior”. Nos lo recomienda Eckhart Tolle en su libro “El poder del ahora”. La intuición es vivir el aquí y el ahora, es acallar en el juego interior al yo de la mente. Es confiar en nuestro Ser somático, emocional, energético y sensorial.

Fernando Gil Sanguineti

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