13 de octubre de 2015
12 de octubre de 2015
Coaching y Reingeniería de vida
Por Dr. Ana María Rojas Melo
En la actualidad las personas por lo
general se ven en la necesidad de abordar grandes y rápidos cambios, en la
exigencia de ser cada vez más creativos, de impulsar la innovación en sus
vidas, de manejar enormes cantidades de información, de trabajar mejor consigo
mismos y con los demás, de tomar buenas decisiones de forma rápida y de atender
las demandas familiares. Situaciones que se abordan según las programaciones
que se han constituido por las interacciones con las experiencias, los
recuerdos, las creencias y los patrones de aprendizaje. Es decir, se afronta la
vida cotidiana según la percepción que se tenga del mundo, esto lleva a que
ciertos aspectos esas programaciones sobre la realidad no funcionan como se
espera. Rogers, (1961). Hace una
referencia bien significativa sobre lo mencionado “Las palabras y los símbolos
guardan con el mundo de la realidad la misma relación que un mapa con el
territorio que representa […] Vivimos con un "mapa" perceptivo que
nunca es la realidad, son simplemente programas”. (p.485)
En
atención de lo expuesto, se ofrece una alternativa que vincula a los procesos
de coaching el concepto de la reingeniería de vida con el objeto de
restructurar creativamente los marcos de referencia que limitan el desarrollo
personal.
El
Coaching es un término muy usado en la actualidad es una herramienta valiosa
para ayudar en la transformación personal, situación que lo posiciona como
objeto trascendental en la asesoría, es una práctica emergente que no está considerada un
asunto terapéutico, sí no un proceso de aprendizaje, reaprendizaje y de
reestructuración para alcanzar metas cimentadas en las raíces de la autonomía, en este sentido, el objetivo principal de esta metodología es asistir a
las personas, equipos y organizaciones con el espíritu de desarrollar
habilidades que enriquezcan su independencia, y lograr así resultados más allá
de lo que podrían alcanzar por sí solas, como lo expresan Echeverría y Pizarro
(2004), “expandir la capacidad de desempeño de su gente y conferirles mayores
espacios de autonomía para qué logren comportamientos en los que muestren lo
mejor de sí mismos” (p. 2).
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