18 de enero de 2015

DESARROLLO DEL TALENTO Y COACHING

Por Dra. Svetlana Celina Loginow
El talento, es una posesión universal que sólo algunos cultivan, de manera efectiva, pero que todos sin excepción podemos desarrollar. Las Sagradas Escrituras hacen referencia a la “Parábola de los Talentos” según la cual a cada uno nos es dado en función de nuestras capacidades y en esa medida somos responsables de optimizarlo y potenciarlo, cumpliendo así la misión encomendada. Si bien la parábola remite el talento a una posesión o bien material, equiparable con los bienes y posesiones espirituales, hoy día podemos transferir su enseñanza al plano personal entendiendo que el talento es una cualidad innata de los seres humanos en la que se combinan de manera sinérgica competencias propias de la inteligencia y la aptitud para desempeñar una actividad con un rendimiento sobresaliente.

El coaching es una herramienta de enorme valor para liberar el potencial de las personas y elevar al máximo su rendimiento, en este plano talento y coaching confluyen ya que uno puede determinar la existencia del otro de una manera específica. El coaching puede ayudar a descubrir el talento de una persona y potenciarlo mediante la puesta en práctica de unos patrones de acción coherentes y lógicos y que están al alcance de todos para el logro de la excelencia. El talento implica saber, querer y poder, hay que saber que se quiere y tener una inclinación para alcanzarlo, siendo estos los elementos esenciales que podemos abordar a través  del coaching. Desarrollar la consciencia de los talentos naturales es posible, la observación consciente es el primer paso para identificar nuestro potencial.
El coaching responde a la pregunta fundamental de ¿cómo ser mejor? y es en este punto donde su relación con el desarrollo del talento, se hace más próxima. Si el talento nos remite al logro de un nivel de desempeño sobresaliente,  el coaching nos muestra el camino para alcanzarlo. El presente ensayo parte de la descripción y definición del talento y de cómo podemos reconocerlo en nosotros y en los otros, describe también en qué consiste el coaching y revela de qué manera este opera en el desarrollo del talento, desmitificando la idea de que el talento es un privilegio reservado a unos pocos.

Qué entendemos por Talento 
Nunca antes como ahora se ha escuchado hablar de talento, cotidianamente oímos expresiones como fuga de talentos, retención de talentos, desarrollo del talento, gestión del talento, manejo del talento; para algunos el talento es un “don” una cualidad innata e inherente a la persona que la exhibe, algo con lo cual se nace, para otros una aptitud factible de desarrollar que puede asumir diversas acepciones dependiendo de la corriente teórica que lo defina tales como: competencia, capital humano, habilidad, destreza entre otras. Pero qué  es exactamente lo que entendemos por Talento?
La palabra talento proviene del latín talentum, vinculada a la aptitud o la inteligencia, la Real Academia Española lo define como “inteligencia y aptitud para el desempeño de una actividad, ejercicio u ocupación”. Inteligencia, en cuanto que quien lo posee, es capaz de entender, comprender y resolver problemas dado que cuenta con las habilidades, destrezas y experiencia necesaria para ejecutar la actividad y aptitud en el sentido que puede operar competentemente la misma, dada  la capacidad y disposición para su buen desempeño. En su acepción más común y generalizada, el talento corresponde a aquella aptitud que le permite a la persona que lo posee hacer “algo” (trabajo, actividad), de manera natural y aparentemente sin esfuerzo, mejor que la mayoría de la gente con un nivel de rendimiento superior a la media, normalmente calificado como “extraordinario”.
Así entonces, el sujeto del talento es la persona con lo cual se acuña un concepto más específico, el de “talento humano”, este se define como la capacidad de la persona que entiende y comprende de manera inteligente la forma de resolver en determinada actividad, asumiendo habilidades, destrezas, experiencias y aptitudes propias de las personas talentosas. Se asume entonces que, el talento humano no es un privilegio reservado a unos pocos sino más bien una combinación de varios aspectos, características o cualidades que implican saber (inteligencia, conocimientos, competencias cognitivas), querer (compromiso, disposición, competencias personales) y poder (destreza, experiencia, valores, competencias ejecutivas) y que consiste en ser capaz de crear los resultados deseados, la capacidad de cambiar la propia vida, dar forma a las propias percepciones y conseguir que las cosas funcionen a favor y no en contra (Robbins, A. 2001).
 De acuerdo con este punto de vista, el talento humano,  más que sólo inteligencia y aptitud es la sinergia entre diversas competencias y como tal puede desarrollarse o potenciarse. El talento tiene que ver con patrones recurrentes de pensamiento, emociones y comportamiento que se puede aplicar de una forma productiva. Cruz, C. (2003) al respecto señala, que existe una evidente relación entre nuestra manera de pensar y el nivel de éxito que podemos experimentar, de acuerdo con su planteamiento el sistema de creencias, el diálogo interno y la forma de procesar la información inciden en la autoestima de la persona, los hábitos que desarrolla, su actitud y nivel de motivación, sus expectativas de vida y la imagen que crea de sí misma y todo esto a su vez, es responsable del éxito y la felicidad que experimenta a lo largo de su vida. En este orden de ideas, Robbins, A. (2001) plantea que existen unos patrones de acción coherentes y lógicos, unos caminos determinados hacia la excelencia y que están al alcance de todos.
El coaching  es un medio poderoso para desarrollar lo mejor de sí mismo (O’Connor J. y Lages, A. 2005) ya que nos ayuda a identificar y comprender nuestros talentos, potenciarlos para convertirlos en fortalezas y aplicarlos. De acuerdo con Whitmore, J. (2012), el coaching  tiene un enorme valor para liberar el potencial de las personas y elevar al máximo su rendimiento.
Reconocer el talento
            Como lo señalamos anteriormente, el talento es inherente a la condición humana, por ende toda persona posee talentos y como señala Colvin, G. 2000, estos están presentes en prácticamente todos los campos de la vida (artes, deporte, ciencias, negocios, etc). A través de la historia, abundan los ejemplos para describir lo que es el talento y que caracteriza a las personas que lo poseen, así en el campo artístico musical es recurrente oír hablar del talento de Mozart o Beethoven para la composición y la ejecución musical o más recientemente de Dudamel y su capacidad para dirigir orquestas de manera magistral, en el campo de la ciencia nadie duda del talento excepcional de Einstein, Marie Curie, o los aportes de Jacinto Convit al campo de la medicina. El deporte es un claro ejemplo del desarrollo de talentos donde cada día se rompen marcas  y se expone al atleta a unas exigencias casi sobrehumanas, como la demostrada por Michel Phelps quien obtuvo 15 medallas de oro en las olimpiadas de 2012; en el mundo de los negocios destaca la habilidad para acumular riqueza  que manifiestan los hombres más ricos del mundo como Carlos Slim, Amancio Ortega o Warren Buffett, pero también la vida diaria nos ofrece diversas situaciones que pueden revelarnos determinados talentos.
            Es común apreciar diferentes talentos en nuestro contexto, en este sentido muchas veces elogiamos la capacidad de organización de algún compañero de trabajo, la habilidad liderar equipos de nuestros superiores o la destreza de nuestro mecánico, pero pocas veces meditamos sobre ello (Colvin, G. 2000) y de manera menos frecuente nos hacemos consciente de nuestros propios talentos.
La observación consciente es el primer paso para identificar nuestro potencial,  necesitamos prestar atención para descubrir los talentos. Desarrollar la consciencia de los talentos naturales es posible, si se tienen presentes cuáles son sus anhelos, qué es aquello que aprende o capta rápidamente y qué cosas son las que le producen satisfacción, aquellas que cuando las ejecuta el tiempo pasa volando y de las cuales obtiene resultados más que satisfactorios, ya que en esa actividad ud., podría estar desarrollando talentos dominantes que podría perfeccionar y convertir en fortalezas.
Robbins, A. (2001) señala que quienes han alcanzado la excelencia, siguen un camino coherente hacia el éxito, en el cual se define con precisión el objetivo a alcanzar, se emprenden acciones que tengan más probabilidad de producir el resultado deseado, se desarrolla la agudeza para distinguir que clases de reacciones y resultados se obtienen como consecuencia de las acciones y la flexibilidad para adaptarse, corregirse y modificar su comportamiento hasta cosechar el fruto de su trabajo.
Aún cuando en este artículo queremos enfatizar en el desarrollo del talento desde un punto de vista personal, cabe destacar que éste no responde sólo a una necesidad individual, sino que además es muy valorado en el ámbito organizacional. Cuanto más se desarrolla un individuo y cuanto más prepara una empresa a su gente, más valiosa es ésta para la organización (O’Connor J. y Lages, A. 2005). Para Hatum, A. (2011) el talento se ha convertido en un asunto institucional que concierne a todos los líderes de la empresa quienes se enfrentan al reto de atraer, retener y desarrollar a los más talentosos. Pero para qué y por qué necesitan las organizaciones, el talento, de acuerdo con Mejias, C. (2010), los talentosos son capaces de comprender los objetivos iniciales y de aportar todo lo necesario para que la organización crezca, avance y se perpetúe en el tiempo y considera que comparten unos atributos básicos, requeridos para el éxito de la organización, como son: brillantes, flexibles, idóneos y manifiestan confianza en sí mismos. Whitmore, J. (2012) señala, que la práctica del coaching es una habilidad esencia esencial que todas las personas que dirigen un equipo deben cultivar.
Qué es el coaching y de qué manera ayuda a desarrollar el talento.
            En los apartados anteriores, hemos hecho en reiteradas ocasiones mención al término coaching y a su utilidad para el desarrollo del talento, pero para entender de qué manera puede el coaching ser una herramienta válida para dicho propósito es necesario describirlo y comprenderlo.
El coaching es un método que consiste en dirigir, instruir y entrenar a una persona o grupo de ellas, con el objetivo de conseguir alguna meta o desarrollar una habilidad específica. O’Connor J. y Lages, A. (2005), plantean que el coaching trata de cómo hacer cambios y tomar decisiones, de acuerdo con los autores, un gran cambio es a menudo la suma de muchos pequeños cambios o de una serie de pequeñas decisiones.  Muradep, Lidia (2009), señala que el coaching se focaliza en el individuo y su relación con el contexto, trabaja sobre sus habilidades, competencias y limitaciones, permite hacer conscientes acciones, hábitos, valores, creencias, historias, juicios, a fin de facilitar procesos de cambio que le permiten tomar acciones que lo llevan a ser una persona, mejor y más completa, es una manera de trascender, de ir más allá, una manera poderosa de reinventarse, de generar futuro  tanto a nivel personal como organizacional. Para Whitmore, J. (2012), no es sólo una técnica para ser aplicada de manera rígida en determinadas circunstancias, sino más bien una manera de dirigir, de tratar a las personas, una manera de pensar y de ser.
Es un proceso continuo que permite al coachee (cliente o coachado), obtener resultados satisfactorios en su vida personal, a través del cual el individuo mejora su rendimiento y revaloriza su calidad de vida, Lidia Muradep, lo describe como “acompañar a otro a reconocer la aventura de su propio héroe y apoyarlo en ello”, plantea que este modelo permite comprender cómo tomamos decisiones, cómo actuamos, nuestros logros, nuestras dificultades, nuestras interrelaciones, nuestra existencia como seres humanos. Para Pierre Angel y Patrick Amar (2007), constituye un proceso de acompañamiento con el fin de favorecer un entorno de crecimiento y optimización del potencial de la persona, la situación de coaching genera un espacio en el que el individuo es capaz de optimizar sus herramientas y eliminar obstáculos para su crecimiento, hacer que surjan nuevas competencias y conocimientos y poner en marcha un plan de mejoras, en el marco de una relación intersubjetiva y a través de una relación estimulante, un encuentro particular entre individuos sustentado en el saber estar y el saber hacer para promover los recursos del coachee hacia unos mejores resultados.
Se denomina Coach a la persona que desarrolla el proceso de coaching y quien lo recibe es el Coachee, coachado o cliente. El término se apropia del vocablo inglés “coach” que significa “carruaje”, el cual se asocia con transporte y remite a la imagen de que un coach es aquel que conduce a alguien de un lugar a otro, de donde estoy a donde quiero estar, en el argot deportivo, el coach es aquel que conduce a un atleta o equipo al triunfo, para Echeverria, R. (2011), es un facilitador de aprendizaje, de los procesos de transformación y de auto-invención de otros seres humanos, un facilitador del devenir.
El coaching se sustenta en tres aspectos fundamentales, objetivos, valores y creencias. Centrarse en aquello que se desea y el cómo obtenerlo, conocer que es lo importante para sí y vivir esos valores en el logro de los objetivos, cuestionar las creencias limitadoras y reforzar las positivas, el resultado es la excelencia a largo plazo y la capacidad del individuo para avanzar por sí mismo otorgándole la capacidad de autogenerarse. El coach se especializa en cinco grandes áreas: coaching empresarial, para ejecutivos, para la profesión, personal y deportivo, el modelo es el mismo lo que cambian son las áreas de aplicación sin embargo, es frecuente el impacto de la herramienta en todas las áreas dado que estimula la construcción de habilidades para el futuro.
Básicamente el coaching responde a la pregunta fundamental de ¿cómo puedo ser mejor? (O’Connor J. y Lages, A., 2005) y es en este punto en donde su relación con el desarrollo del talento se hace más próxima. Sí el talento nos remite al logro de un nivel de desempeño sobresaliente,  el coaching nos muestra el camino para alcanzarlo, pero de qué manera opera el coaching en la práctica, es algo que explicaremos seguidamente.
Cómo opera el coaching en la construcción y desarrollo del talento
Anteriormente señalamos, como a través de la observación consciente podíamos identificar y comprender nuestros talentos, desarrollar la consciencia de los talentos es el primer paso y el coaching nos ayuda a activar esa observación consciente, mediante el uso de preguntas esenciales que nos conectan con nuestro interior y nos permite observarnos desde la propia reflexión. Las siguientes interrogantes pueden servir de modelo para optimizar la identificación de nuestros talentos y fortalezas:
·         ¿Qué actividad realizo mejor?
·         ¿Cuáles son las actividades que ejecuto con mayor placer?
·         ¿Qué cosas aprendo con mayor rapidez?
·         ¿Si me pidieran señalar mis tres principales talentos naturales, cuáles serían?
·         ¿Qué tipo de actividad me abstrae del tiempo?
·         ¿Cuál es el grado de satisfacción que logro al evidenciar los resultados que obtengo?
·         ¿Qué efecto causa en los otros mi desempeño,  qué tipo de feedback recibo?
·         ¿qué oportunidad tengo en el día a día de realizar lo que mejor sé hacer?
Si bien las preguntas es la herramienta que utiliza el coach, son las respuestas del coachee las que le permiten identificar y reconocer los talentos que posee así como saber aprovecharlos en la actividad que decida realizar ya que le ubica en una situación concreta. El rol del coachee se limita a generar el espacio de aprendizaje provocando en el otro la acción de reconocimiento de sus propias fortalezas y mostrándole de qué manera puede utilizarla o aplicarla.
Sin embargo, el solo hecho de identificar o conocer nuestros talentos no es suficiente para alcanzar un rendimiento sobresaliente ni para convertir nuestros talentos en fortalezas, entonces qué más se necesita y cómo el coaching nos apoya. De acuerdo con Colvin, G. (2000), el tipo de práctica correcta puede convertir a una persona con unas dotes normales en alguien con un rendimiento superior o incluso excepcional, según el autor, el efecto más importante de la práctica es que permite ir más allá, adquirir una nueva perspectiva de lo que hacemos actualmente y lo que podemos lograr hacer mediante la preparación, en consecuencia la práctica consciente y deliberada de aquello que queremos perfeccionar ocasiona un mejor rendimiento, ya que ayuda a adquirir las capacidades específicas requeridas para un campo concreto.
La construcción y el desarrollo de conocimientos es una de las cosas que se alcanzan mediante la práctica deliberada, el esfuerzo constante por ampliar las capacidades dentro de una campo exige la acumulación de conocimientos adicionales y la organización de los mismos para hacerlos útiles. Las personas con un rendimiento extraordinario comprenden profundamente su campo, desarrollan además, capacidades específicas que les permiten percibir más, saber más y recordar más y cómo estas resultan útiles para alcanzar un rendimiento excepcional, se concentran en el proceso para conseguir mejores resultados y se fijan objetivos y una vez fijados planifican la manera de alcanzarlos y trabajan con la convicción de que el trabajo dará resultado, confiando en sus capacidades pero con la flexibilidad suficiente para incorporar cambios si así lo requieren.
Ya veíamos al inicio de este escrito que el talento implica saber, querer y poder. Hay que saber que se quiere y tener una inclinación para alcanzarlo, siendo estos los elementos esenciales que aborda el coaching: objetivos, creencias y valores. Los objetivos son la base del coaching permiten movernos de un estado presente a un estado deseado, el rol del coach es acompañar al coachee desde donde está a donde quiere estar, de una manera estructurada a partir de los objetivos trazados por el propio individuo, lo que el coaching hace es generar en el coachee un proceso de práctica deliberada marcado por dos clases distintas de objetivos, el objetivo-resultado que es lo que se espera alcanzar y el objetivo-proceso que señala el cómo lograrlo mediante el desarrollo de un plan.
Los objetivos deben estar en correspondencia con los valores para que puedan tener significado y ser expresados en términos positivos, teniendo en cuenta aquello que se quiere alcanzar y no lo contrario, aquí nuevamente el coach puede hacer uso de las preguntas como herramienta para guiar al cliente en la formulación de sus objetivos, tales como: ¿qué es lo que quieres?, ¿qué aspecto deseas mejorar?, ¿qué significado tiene para ti obtener lo que quieres? El objetivo debe también ser específico de manera que nos permita medir cuán cerca o lejos estamos de alcanzarlo, en este sentido es válido reflexionar acerca de cómo, cuándo, cuánto y de qué manera percibo el grado de satisfacción cuando lo alcance, esto ayuda a emprender acciones que tengan más posibilidades de producir el resultado deseado.
Otro elemento importante es establecer la medida de progreso hacia el objetivo, ello permite asegurar y tomar control de manera de no perder el camino hacia el objetivo, para ello el cliente deberá responderse  a cuestiones como: de qué manera comprobará que se mantiene dentro del plan cómo sabrá que ha alcanzado el objetivo y con qué frecuencia medirá su progreso. Este aspecto optimiza el desarrollo de la agudeza para distinguir que clases de reacciones y resultados se obtienen como consecuencia de las acciones y permite incorporar las adaptaciones y reacomodos necesarios para alcanzar el objetivo final.
Fijar objetivos positivos, específicos y valiosos, de manera inmediata conecta con la clase y el tipo de recursos necesarios para alcanzarlos, al pensar en el objetivo de la manera correcta, se revelan las herramientas que pueden marcar la diferencia entre un rendimiento normal y uno sobresaliente. Ser consciente de los recursos de que dispone la persona, cuáles necesita y dónde encontrarlos, le otorga poder, le genera confianza en sus capacidades y por ende su rendimiento se hace más óptimo.
Una de las características de las personas talentosas es su disposición a actuar, a tener comportamientos proactivos, en ese sentido una persona talentosa que reconoce sus capacidades, asume sus propios objetivos y entiende que el coach, sólo está allí para acompañarle en el seguimiento de su proceso. El coach busca empoderar al cliente no hacerlo dependiente, por lo que en todo momento le hace saber que alcanzar el objetivo es parte de su responsabilidad, para lo cual se asegura que el coachee asuma sus propios objetivos y tenga presenta las consecuencias o efectos que estos tienen en los demás otorgándole al objetivo un marco ecológico y trascendental; teniendo esto presente será más fácil marcar la diferencia y ser mejor en lo que se ha propuesto.
Sí desarrollar consciencia de los talentos naturales y fijar los objetivos para potenciarlos son los pasos iniciales para lograr mejoras en el desempeño, el siguiente paso consiste en desarrollar un plan de acción. Alcanzar un objetivo no siempre es tarea fácil, sobre todo cuando involucra elementos abstractos o comprometen el largo plazo, requiere esfuerzo y motivación, pero ante todo deben ser realistas y factibles. Un plan de acción permite fraccionar el objetivo en pasos más pequeños y con ello aproximar el desarrollo, seguir una determinada secuencia de objetivos para generar acciones inmediatas y lograr un rendimiento extraordinario (Whitmore, J., 2012). Una vez fijado el objetivo y establecido el valor que lo genera,  se hace necesario planificar en el tiempo la consecución del mismo ello no sólo aumentará el grado de consciencia del coachee con relación al objetivo fijado sino que también permitirá evidenciar que tanto es necesario fraccionarlo en el tiempo dependiendo del esfuerzo requerido para alcanzarlo. El coach ayuda al cliente a ubicar su objetivo en el tiempo presente e imaginar su logro en el futuro, trayendo el futuro al presente mediante técnicas de visualización que le permiten asociarse con el logro esperado. Esta técnica es conocida desde tiempos de Platón quien afirmaba que los objetos y las estructuras de nuestro mundo no son más que el reflejo de nuestras ideas y convicciones, en este sentido, todo aquello en lo que concentramos nuestro pensamiento termina por convertirse en nuestra realidad. Cruz, C. (2003) en su libro “Los genios no nacen se hacen”, ejemplifica lo anterior tomando el caso de Thomas Alva Edison como referencia, “Edison no creía simplemente que podía triunfar, esperaba triunfar, estaba seguro de su éxito y se encargó a partir de su diálogo interno de crear las imágenes mentales que recrearán dicha convicción (p.8)”, ese es el rol del coach en esta etapa del proceso de coaching para desarrollar el talento, potenciar el diálogo interno del coachee y facilitarle la representación de imágenes mentales positivas que lo aproximen a su éxito de manera efectiva y ecológica.

Siendo consecuentes con el título del apartado, diríamos entonces que en la práctica el coaching opera como un proceso enfocado en dar soporte a las personas para que a través del desarrollo de sus talentos incrementen el impacto de sus aportes en su vida y dentro de sus organizacionesIndaga acerca de las principales barreras que impiden a las personas utilizar sus talentos para ayudar a superarlas, generando un alto nivel de conciencia y responsabilidad para la toma de decisiones u acciones necesarias y alcanzar resultados excepcionales, por medio de la identificación de objetivos, creencias y valores. Permite liberar el mayor potencial que tenemos para crecer y desarrollarnos, que son los campos donde nuestros talentos y fortalezas se integran.

CONCLUSIONES
El talento corresponde a aquella aptitud que le permite a la persona que lo posee hacer “algo” mejor que la mayoría de la gente con un nivel de rendimiento superior a la media, normalmente calificado como “extraordinario”. No es un privilegio reservado a unos pocos sino más bien una combinación de varios aspectos, características o cualidades que implican saber, querer y poder, que consiste en ser capaz de crear los resultados deseados.  Toda persona posee talentos y estos están presentes en prácticamente todos los campos de la vida.
El coaching es un método que consiste en dirigir, instruir y entrenar a una persona o grupo de ellas, con el objetivo de conseguir alguna meta o desarrollar una habilidad específica, se focaliza en el individuo y su relación con el contexto, constituye un proceso de acompañamiento con el fin de favorecer un entorno de crecimiento y optimización del potencial de la persona que se sustenta en tres aspectos fundamentales, objetivos, valores y creencias. Es un proceso de aprendizaje continuo  que ayuda a obtener resultados extraordinarios, más allá de lo que en un principio parecía posible, a través del cual el individuo mejora su rendimiento y revaloriza su calidad de vida.
Sí el talento nos remite al logro de un nivel de desempeño sobresaliente,  el coaching nos muestra el camino para alcanzarlo, en la práctica el coaching opera como un proceso de sustentación a las personas para que a través del desarrollo de sus talentos potencien el impacto de sus aportes en su vida y dentro de sus organizaciones, ayuda a superar las barreras que impiden a las personas utilizar sus talentos y genera un alto nivel de conciencia y responsabilidad para la toma de decisiones u acciones necesarias para alcanzar resultados excepcionales, por medio de la identificación de objetivos, creencias y valores. 


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