Por Dr. Robin Ruiz
No cabe duda que una de las figuras fundamentales del proceso de coaching está focalizado en el coach, por cuanto es a él, a quien corresponde organizar, planificar, ejecutar y evaluar las actividades de intervención del proceso de coaching. Por ello, se espera del coach una actuación impecable desde el punto de vista personal y profesional, que facilite el logro de los objetivos establecidos entre el coachado y coach al inicio del proceso de intervención individual o por equipo. El aspecto al cual se quiere dedicar la presente reflexión, a nuestro modo de ver, trasciende las competencias eminentemente cognitivas, para situándose en un plano axiológico, como lo es el de los valores éticos. Desde la dimensión ética se cree poder brindar un mejor apoyo, orientación y ayuda a todos aquellos potenciales clientes quienes manifiesten interés y necesidad por los procesos de intervención de coaching. La dimensión ética es tan importante en el mundo de las relaciones humanas, que sin ella, difícilmente se pudieran establecer relaciones equilibradas, justas, sanas, trascendentes y de calidad; tanto es así, que el caso específico del proceso de coaching, organizaciones tales como: International Coach Federation (ICF), International Associetion of Coach (IAC) E international Coach Community (ICC) se han dado a la tarea de establecer códigos de actuación ética, como marco de referencia donde se pueda contrastar el desempeño de la actividad profesional del coach, con los principios orientadores que rigen tal normativa.
La dimensión ética a la cual se quiere hacer referencia en este escrito, está dirigida inicialmente hacia el coach como responsable directo de lo acontezca durante el proceso de coaching, paro también, se quiere vincular con la actuación del coachado, por cuanto ambos, constituyen una unidad inseparable que demanda la presencia ética de cada uno en sus distintas actuaciones, como requisito básico y fundamental para el desarrollo exitoso del proceso de coaching. En el caso específico del coach, competencias fundamentales para su desempeño ético durante el proceso de coaching, como lo son, la honradez, el respeto mutuo, la empatía, la confidencialidad y el mantenerse informado, sólo se logran poner en práctica, si en efecto, el coach cree firmemente en ellas, las ha internalizado y por ello las ejercita. Igualmente ocurre en el caso del coachado, en cuanto al rol que debe asumir, si ciertamente aspira la superación de las dificultades manifestadas durante las sesiones de coaching, su forma de conducirse en cada una de sus actuaciones, debe sustentarse en una dimensión eminentemente ética.
Los aspectos a considerar en esta reflexión, están referidos a la conceptualización de ética y coach, así como a las relaciones que se suscitan entre tales conceptos. La ética para sanchez (2001) deriva del Griego Ézos, que significa costumbre, hábito, tener acostumbre, estar acostumbrado, o también con el término ezídso que se relaciona con acostumbrarse, habituarse. Soler. Desde el punto de vista filosófico, según el Pequeño Larousse (1999) corresponde al conjunto de principios y normas morales que regulan las actividades humanas. Por su parte, el término coach se relaciona con la persona que funge de acompañante en los procesos a de formación académica y/o deportiva. Para Kentro consultares Venezuela (2015), el coach, es una persona cuya misión principal, será mostrarte diferentes opciones para que puedas enfrentar una situación de vida. Esta situación puede ser un problema personal, un problema de pareja, un ascenso, cambio de carrera o cambio de vida. La dimensión ética del coach, en términos de las asociaciones internacionales, referida por Álvarez (2006) ha sido referida fundamentalmente a cuatro grandes áreas; a saber: (a) conducta profesional, (b) relaciones con los clientes, (c) conflictos de intereses y, (d) formación y desarrollo permanente. Ahora bien, si el ejercicio del proceso coaching se asume con absoluta responsabilidad profesional, ello supone también, poner de manifiesto los principios éticos en los cuales cree el coach, partiendo de la premisa según la cual, no solo es una profesión más, sino que se trata de un servicio social delicado, que puede tener consecuencias importantes en las personas sometidas a los procesos de coaching. A manera de ilustración, en el área de la conducta profesional, la integridad y honradez del coach, son valores insustituibles que tienen que caracterizar las actuaciones del coach, a fin de darle la importancia, y el tratamiento que demanden los planteamientos del coachado. De igual manera, la competencia profesional tiene que ser el norte de quien se precie de ser un verdadero coach, para que la interacción coachado – coach sea de la mayor calidad.
Con respecto a la relación con los clientes o receptores del servicio, el respeto mutuo y confidencialidad, tienen que estar garantizados para consolidar los procesos de interacción, pero recae en el coach, la responsabilidad de hacerlos realidad, tenerlos presentes en cada una de las actuaciones que emprenda durante el proceso de coaching. Así mismo, la decisión de remitir a los clientes a otros profesionales cuando sea necesario, constituye una disposición nada fácil de asumir, pero necesaria de implementar cuando el coach se percata que para el mayor beneficio del coachado tiene que ser tratado por un especialista. Finalmente, en relación a la formación y desarrollo profesional, es responsabilidad del coach el mantenerse informado y manejar las nuevas tecnologías para garantizar una atención de calidad al coachado. Similarmente, el estar consciente de sus puntos fuertes y débiles, constituye un aspecto medular dentro de la dimensión ética del coach, lo cual supone involucrarse en procesos de reflexividad profunda, y análisis crítico de las actuaciones realizadas o por realizar. Consideraciones similares, son aplicables a la actuación del cliente o coachado durante el desarrollo del proceso de coaching. Es decir, todo lo concerniente a los códigos sobre la conducta profesional (integridad y honradez), el respeto mutuo,la sinceridad y la confidencialidad son principios que tienen que estar presentes en cada una de las actuaciones del cochado, si en verdad aspira que el desarrollo del proceso de coaching pueda resultar trascendente en la solución de los problemas expresados.
Como puede advertirse de las consideraciones hechas hasta ahora, la dimensión ética del coach constituye un aspecto medular dentro del proceso de coaching, sin el cual, resulta cuesta arriba ofrecer un servicio de calidad y, por el contario, más puede ser el perjuicio que el beneficio, si se descuida la formación ética del coach. Con base en las reflexiones efectuadas, se estima como muy importante la discusión, el análisis y la profundización en todos aquellos aspectos relacionados con la ética de las figuras centrales del proceso de coaching.
Ética, 5 letras, una palabra que todo Coach debe hacerla brillar desde cada átomo que interactúa con el universo en la cotidianidad de su existir.
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