31 de mayo de 2010

La Comunicación Efectiva

Por: Dra. Francisca Fumero
francisca fumeroHay algo que siempre debe observarse con acucioso interés e n la humanidad: los múltiples modos de comunicarse. Imaginémonos una situación en una entidad bancaria. Hay varios empleados “con cien ojos” tratando al público y muchos usuarios esperando que sean atendidos.
Cada persona se comunica de modo disímil. Habrá alguno que se queja constantemente porque “en este banco no saben atender a la gente”. Otros dirán “en este banco siempre uno se encuentra un gentío”. Ésta es una forma común de comunicar ideas, sean ellas pensadas o dichas.
Pero, observemos también los gestos de la muchedumbre: uno con cara de fastidio, otros con rostros de desesperación; otro moviendo el pie en gesto de pesimismo. ¿Cómo son los atuendos de todos? Los empleados con uniforme (lo que puede indicar que es una organización con imagen corporativa) y los usuarios vestidos variopintos: unos con ropa cómoda, otros con uniformes (alguna empresa o quizás, casualidad del uso de colores iguales lo que les hace parecer uniformados); otros, con vestimenta de trabajo.
Y ¿los colores de las paredes de la entidad bancaria? La mayoría están pintadas de azul pastel. De igual modo, el color acompaña a los espacios de urbanidad que dan la sensación de corporación, con suficientes sillas (de color contrastante con el de las paredes) para el descanso de los interesados (claro, si no hay mucha gente). Y, lo más importante, los empleados de la entidad bancaria siempre ofrecen y muestran una sonrisa al público.
Todo ello permite conocer que cualquier contacto sea visual, gestual, auditivo, cenestésico, entre otros tantos, emite un mensaje. Éste supone contacto con el otro y, a su vez, configura una serie de “imaginarios” entre las relaciones interpersonales. Es decir, la comunicación permite ofrecer al emisor y el receptor múltiple intenciones.
Situaciones como las anteriores son solo evidencias cotidianas de los seres humanos. Las “conversaciones entre los seres humanos” apuntan a que la comunicación no es emitir palabras, sino enunciados con intenciones cuyas facetas son interpretables de distintos modos. En otras palabras, el ser humano logra comunicarse eficazmente según las circunstancias que le toca resolver para su propia satisfacción. Es un campo minado de semiótica social donde las relaciones entre pares u organizaciones demuestran la importancia de saber emplear adecuadamente sus actos comunicativos.
La comunicación humana es informar, conectar, compartir. Es interacción social. Es compartir símbolos, señales, modos de interactuar. Cada individuo forma parte de un grupo social y usa la lengua en situaciones muy variadas. No obstante, para acercarse al funcionamiento del lenguaje no se pueden describir, naturalmente, todas estas situaciones y objetivos particulares. Hay que encontrar en esas situaciones y objetivos algo comunes a ambos. Es establecer tipos de contextos e intenciones para poder explicar la elección del hablante entre el conjunto de opciones que le ofrece el sistema social y del conocimiento de su propio modo de comunicarse.
Comunicar es usar el lenguaje según los contextos de situación en el que se desarrolla el ser humano. Usar el lenguaje implica reconocer miles de generaciones que han moldeado el sistema social y la comunicación. Vale la pena decir que el lenguaje evoluciona para satisfacer las necesidades de los hombres acerca de la comunicación; debe reflejar entonces el uso en la forma de su organización.
Pero, por qué hablar sobre forma de organización. La respuesta parece sencilla: el ser humano es capaz de comunicarse según su modo de ver el mundo que le circunda. Él es un ser gregario, que gusta vivir con el otro. Si así no fuere, entonces simplemente no existiría la comunicación ni mucho menos la especie humana. Sin embargo, la comunicación no es un privilegio sólo del ser humano. La naturaleza se ha encargado que otras especies se comuniquen también. Veamos, por ejemplo, las abejas. Se ha comprobado que saben cómo avisarse cuando hallan el polen. Pero, este modo es instintivo y no pensado. La comunicación entre la especie inferior (llámese animales) no ha evolucionado. Por lo tanto, este tipo de comunicación solo existe para preservar a la especie y no para evolucionar como seres sociales. No tienen lenguaje ni un sistema de lengua que les permita desenvolverse históricamente.
En la comunicación humana existe una interdependencia entre la sociedad y el sistema de la lengua. La especie humana percibe el mundo exterior de manera específica y procesa las impresiones y sensaciones de manera específica. Este hecho se refleja en las lenguas porque su función para la cual han evolucionado es para comunicar el saber y la percepción del entorno.
Esa percepción del entorno refleja el modo de la comunicación entre pares. En otras palabras, la comunicación será eficaz en la misma condición en que las personas sean competentes para comunicar verbal o no justamente sus intenciones. En este particular, es necesario tomar en consideración que la efectividad depende del tono de voz, de los gestos, de la apariencia personal (vestimenta y aseo), cercanía, familiaridad en el trato, entre otras tantas perspectivas.
En síntesis, podría afirmarse que la comunicación será altamente efectiva cuando el interlocutor sea entendido al compartir gustos, maneras de ver el mundo, afinidades sociales y culturales. El ser humanos se conecta mejor al mismo tiempo con aquello que se adecua a sus expectativas, motivaciones, deseos e intereses. El objetivo de la comunicación es crear una comunidad de seres que comprendan y sepan distinguir adecuadamente las distintas intenciones del acto de habla.

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