Por Profa. Rebeca Oropeza R.
Vertiginosamente nuestra forma de vida ha experimentado grandes cambios sociales, económicos y políticos; por ejemplo tenemos: la nueva comprensión del espacio y el tiempo, la cultura digital, las telecomunicaciones gracias a Internet, el conocer el Genoma Humano, la rapidez en el procesamiento de datos a través de nuevos software, la Sociedad Digital. Hoy por hoy, no solo estamos comenzando un nuevo milenio; es una nueva era de retos y cambios acelerados que demandan del ser humano, un conocimiento y estilo de vida acorde con la realidad actual. “... Así pues, las sociedades actuales son de uno u otro modo sociedades de información en las que el desarrollo de las tecnologías puede crear un entorno cultural y educativo capaz de diversificar las fuentes del conocimiento y del saber” (Delors, 1996)
La información y el conocimiento son los principales indicadores del nivel de desarrollo de los pueblos y sus habitantes; es decir, la educación y la formación son determinantes en las sociedades capaces de mantenerse dentro de las competencias de producción y trabajo. Pero la información no es, ni pude ser rígida, se encuentra disponible al instante, de forma gráfica, escrita, auditiva, visual, a altos y bajos costos, y algunas veces gratuitas. Esta realidad ya repercute en los alumnos desde el nivel escolar, como también en los profesionales de la docencia a todo nivel; repercusiones estas que no siempre son favorables en lo que a calidad de la educación se refiere; lo que parece indicar la necesidad de generar un profesional de la docencia que afronte estos cambios de manera creativa y organizada. Pero, ¿Permiten nuestros patrones culturales y educativos los cambios y adaptaciones aclamadas por el mundo de hoy? Esta interrogante reclama un estudio consciente, con el fin de encontrar respuestas válidas para un cambio favorable en el docente y en su producto de trabajo.
Se han presentado diferentes cambios que hoy por hoy demandan que las instituciones educativas a todo nivel sean ‘organizaciones abiertas al aprendizaje’, espacios de indagación constante para el alumno y el maestro. En La Quinta Disciplina de Senge (1992), se plantea que las instituciones deben estar preparadas para anticipar los cambios, con el propósito de adaptarse y/o acomodarse en ellos; entendiendo que estos son una necesidad “Las organizaciones que cobraran relevancia en el futuro serán las que descubran cómo aprovechar el entusiasmo y la capacidad de aprendizaje de la gente en todos los niveles de la organización” (Senge, 1995).
El aprendizaje no se limita a la edad escolar, se dirige a todos los profesionales y a todos los diferentes niveles sociales. No se habla de la adquisición del aprendizaje individualizado, desde el punto de vista organizativo, se está llamando la atención sobre liderazgo, planificación, indagación y reflexión, desarrollo profesional, interacción, comunicación entre otros.
Las organizaciones educativas no pueden progresar si no están activamente respondiendo a sus problemas cotidianos y generando aportes significativos a la sociedad, por pequeños que sean; por supuesto, vinculados con los cambios en el ámbito curricular, profesional, administrativo, social y por ende cultural. Las normas y los valores revisten una gran importancia dentro de toda organización, ya que están estrechamente ligados a la cultura, que para muchos es un estabilizador entre las fuerzas internas y externas; siendo a su vez descriptiva y normativa para la organización. Sin embargo, se considera “natural” la forma de organizarse; escasamente se conoce o se maneja una cultura organizativa, por lo que muchas veces no se cuestionan los procedimientos. Esta falta de conocimiento se revierte en una gran inversión de tiempo para solucionar problemas cotidianos, algunas veces simples y quizás no se emplea tiempo para crear alternativas viables de solución que puedan ser más productivas y eficaces. Para muchos, el liderazgo y la gestión profesional están íntimamente relacionados con la enseñanza y el aprendizaje, apoyados en el desarrollo profesional, lo que genera una necesidad de aprender, participar creativamente, generar cambios y participar activamente en programas de desarrollo profesional y personal. El liderazgo, ejercido por docentes, permite que estos se muevan en un espacio de valores, creencias y propósitos que representan la cultura de la organización, lo que les permite sostener e impulsar los proyectos establecidos dentro de la organización.
El aprendizaje es una inversión a futuro, hay que desarrollar nuevas ideas generadoras de cambios para aplicarlas en las organizaciones educativas, de manera sutil, eficaz e inteligente, con el propósito de desarrollar nuevas o diferentes capacidades que permitan respuestas acordes con la realidad cambiante, promoviendo la implicación activa del aprendizaje tanto en el profesor como en el alumno, generando estrategias o destrezas de reflexión, evaluación y control sobre la calidad y efectividad del producto requerido.
Se hace ahora necesario preguntar: ¿qué tipo de profesionales de la enseñanza queremos para ejercer la educación en el mundo que hoy habitamos? ¿Qué cambios deben generarse en la universidad encargada de formar a los futuros formadores de ciudadanos en Venezuela? ¿Cómo podemos generar cambios significativos en la profesión docente?
El profesional de la docencia al igual que la profesión docente, a través de los años ha venido presentando un deterioro en su consideración social. Algunos piensan, que esto se debe a que la profesión docente es más una ocupación que una profesión; como la ingeniería o la medicina, otros creen que va determinada por el nivel socioeconómico de los que seleccionan esta área de trabajo, para otros depende de la autoestima, poca identidad y poco sentido de pertenencia o por el mínimo interés en la capacidad de influencia del ejercicio de la profesión en la sociedad. Tal vez, todas estas posibles causas exijan la comprensión a profundidad de algunos términos que pudieran vislumbrar una solución ante una realidad manifiesta, en cuánto a la imagen de la profesión docente en Venezuela; algunos de estos términos pueden ser: profesión y profesionalismo, entre otros.
Lo importante, es reconocer que el docente es capaz de realizar sus funciones y llegar más allá de las exigencias tradicionales de la profesión; ya que Los profesores pueden aprender de la reflexión, investigación y la acción relacionada con sus alumnos, su espacio físico, su calidad académica, su capacidad de aprendizaje y de adaptación a las nuevas tendencias, para romper paradigmas hacia la construcción de la sociedad que se requiere en este milenio.
Al desarrollar a profundidad estos aspectos, quizás se pueda dar respuesta a todas y cada una de las interrogantes antes planteadas y a su vez, se encuentre en la cultura organizacional un agente de cambio en la educación venezolana.
Referencias Bibliográficas:
Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Madrid, Santillana/Ediciones UNESCO.
García, C; García, A. (1999) Cultura Escolar y Cultura Profesional: Los Dilemas del Cambio. Educar, N 24, pp.47-69.
Senge, P. (1992). La Quinta Disciplina. El arte y la práctica de la organización abierta al aprendizaje, Barcelona, Granica
Senge, P. (1995). La Quinta Disciplina en la Práctica, Barcelona, Granica.
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