“No hay hechos, sólo interpretaciones; Y esto es también una interpretación”.
Friedrich Nietzsche
Hablar y escuchar son acciones de naturaleza humana, complejas en todos sus aspectos y generadoras de situaciones complicadas en las relaciones interpersonales.
“Hablar es abrirse a la posibilidad de exponer el ser que somos” Echeverría (2003) En las experiencias cotidianas nos mostramos y creamos una imagen de nosotros en relación a nuestras creencias, valores y representaciones familiares, sociales como hijos, padres, hermanos, vecinos, trabajadores, ciudadanos.
Cada ser humano cuenta y estructura su discurso con significados propios ( de ese yo interno, de su familia), significados comunes ( de su género, laborales, de su grupo social). Cada encuentro con otros es un encuentro de discursos con significados propios y comunes. De allí que se presenten afinidades y choques de ideas al encontrarse en contextos sociales. Además, cada persona posee la capacidad de reflexionar en torno a su lenguaje, sus ideas para transformarlas. “Hablar de nuestra habla” es definido por Echeverría como la capacidad recursiva del lenguaje y puede ser representada como la dimensión de reflexión dentro de la comunicación al permitir analizar el discurso en si mismo.
Cuando hablamos nuestras palabras, gestos “dicen “, “cuentan” de nosotros, de nuestras creencias más arraigadas en expresiones, frases y palabras de nuestra conversación. Unido a ello cuando narramos nuestro “hacer” diario o al contar anécdotas de situaciones inusuales nuestras ideas “exponen el ser que somos”. La forma de describirlas, el acento en algunos hechos, los matices para orientar en los oyentes. Todo dice nuestra voz y sus inflexiones, nuestra mirada y… también aquellos aspectos omitidos. La omisión cobra gran significado en una conversación entre padres e hijos, entre compañeros de trabajo, parejas, amigos.
Las características omitidas, esa parte de la situación no comentada ese valioso aspecto que no se quiere mencionar puede tener diversos orígenes: miedo, desconocimiento o se le resta mérito como aspecto importante de la comunicación.Escuchar
En nuestra vida diaria, en una sesión de Coaching escuchar genera una acción de interpretación. En las conversaciones sostenidas a diario escuchamos al otro, creando una imagen de él, aceptando o no sus diferencias con nuestras creencias. Coexistiendo con el ser que se expone al hablar.
Al comunicarnos develamos y ocultamos aspectos que son interpretados por nuestros escuchas. Allí podemos referir a Habermas(1981) al señalar “en la acción comunicativa el lenguaje desempeña, aparte de su función de entendimiento, el papel de coordinar las actividades teleológicas de diversos sujetos de acción, así como el papel de medio en que se efectúa la socialización de esos sujetos de acción”(p12) En el lenguaje se muestran nuestras intenciones, nuestra percepción de las cosas, situaciones, de otras personas construimos nuestro mundo social y mostramos parte de nuestro mundo interior.
En una conversación cotidiana hablamos y escuchamos en un proceso dinámico y recíproco. En una sesión de Coaching la conversación tiene como característica que el coach espera escuchar y el coachado desea ser escuchado. El coach establece una interacción donde sus gestos, mirada y palabras generan confianza y participación de su cliente.
En ese sentido, el tiempo destinado en la sesión de trabajo de Coaching está determinado por la necesidad de “expresar el ser que es” del cliente y los vaivenes del ritmo de su narración estarán marcados por sus temores y/o preocupaciones con respecto a las situaciones vividas y planteadas en sus sesión.
La representación de sus vivencias en la exposición de sus situaciones serán claves para el coach. Al entrenarse para reconocer los sistemas representativos de las personas a su alrededor, un hablante toma consciencia del poder de escuchar y el poder de sintonizarse con el sistema de representación de sus oyentes. Para el coach la escucha es vital: su mirada, su escucha, la manera de percibir al cliente le permiten construir una idea/imagen que siempre es una interpretación.
Ese proceso de construcción está signado por la Indagación: se pregunta, se pide información, es un hablar para escuchar. Las preguntas deben estar dirigidas en dos direcciones: información acerca de los hechos (situaciones y experiencias) y la información de los juicios sobre esas situaciones y que lo conforma como un quiebre. Con la indagación se arma pieza a pieza el rompecabezas de la estructura del coachado y permite avanzar en la interpretación. Se avanzará en la cadena de emociones y juicios para detectar su importancia. Las preguntas permiten recabar información y corroborar algunas interpretaciones.
Este proceso es de singular importancia porque las respuestas ratificando el acierto en la interpretación la validan ante el cliente. Permitiéndole reconocer su historia, se genera un reconocimiento de los bloqueos y/o las condiciones que obstaculizan al coachado la resolución por sí solo la situación. En la sesión de Coaching se reencontrará con una perspectiva de su historia que le posibilita observarla de forma diferente y enfrentarla.
El coachado no tiene el poder de borrar el pasado pero sí tiene la capacidad de generar nuevas interpretaciones y nuevos acontecimientos. En ese sentido, Echeverría (2003) señala: “No sabemos cómo las cosas son. Sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Los seres humanos vivimos en mundos interpretativos”. La transformación del” ser que es” en el “ser deseado” es posible al cambiar la perspectiva, al ser consciente del mundo vivido e interpretado. Las posturas interpretativas pueden atar o liberar a su creador. La elección siempre será de quién elabora la historia y se compromete a sostenerla ante sus compañeros de vida.
Referencia Bibliográfica:
Echeverria, R ( 2003). Ontología del Lenguaje. Lom Ediciones S.AEcheverria, R y Pizarro,A (2003). El Carácter del Coaching Ontológico. Newfield Consulting USA
Habermas,J (2002). Teoría de la Acción Comunicativa, II. Editorial Taurus
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