INTRODUCCIÓN
El arranque del ahora célebre “Metamodelo del Lenguaje”, inició sus primeros pasos, en una publicación de Richard Bandler cuyo título es LA ESTRUCTURA DE LA MAGIA. Su finalidad era aportar herramientas a otros terapeutas para que perfeccionasen sus herramientas de comunicación con miras a examinar, analizar o explorar, en sus clientes y luego efectuar cambios, basándose en la premisa que sus restricciones estaban posiblemente radicadas en una interpretación distorsionada de la realidad y que les dificultaba su interacción con ella. De alguna forma, puede considerarse este contenido, la base conceptual originaria de lo que después se convirtió en la disciplina de Programación Neurolingüística (PNL) que hoy conocemos.
EL METAMODELO DE LENGUAJE PNL: “La llave maestra a la comunicación efectiva”
En su sentido más actual, el “Metamodelo del Lenguaje”, permite que en la comunicación se exploten los puntos fuertes y débiles del lenguaje; porque es una efectiva herramienta para dilucidar y extraer los reales significados al momento de emplear el lenguaje con precisión. En su accionar, supone desarrollar la capacidad de valerse de las interrogantes precisas que traducen y que tienen real significado en los “mapas” de los demás, y determinar lo que una persona verdaderamente quiere decir con las palabras que utiliza. Esta es una habilidad inestimable en muchas profesiones, y muy especialmente aquellas en las que la comunicación entre las personas, juega un papel primordial.
Por eso, no es ilógico expresar que el Metamodelo de Lenguaje propuesto por la PNL, intenta esclarecer los patrones modales, pero no los patrones universales sino los individuales, aquellos que permitan entender los significados e intencionalidades de las personas cuando se expresan. Entonces asumimos que el Metamodelo de Lenguaje en la PNL, es una herramienta descriptiva que busca realizar una imagen más o menos precisa de la realidad, y en este caso de la realidad humana.
El Metamodelo de Lenguaje ejerce su acción funcional utilizando un principio complejo, que implica conocer con detalles los parámetros mismos en los que se desarrolla la comunicación, y que parte del hecho esencial de existencia de dos estructuras mentales asociadas a la emisión de la comunicación: una “Profunda” subconsciente donde subyacen las ideas, los valores, las emociones y la real identidad; y una “Superficial” consciente donde se expresan las experiencias secundarias verbalizadas.
Entre las dos estructuras mentales antes mencionadas se encuentran los denominados “Universales del Lenguaje”, que operan como filtros que son los que enmascaran la realidad consciente que está en la estructura profunda, y hacen que la verbalización que se produce en la estructura superficial sea sustancialmente diferente y es lo que permite expresar con cierta fidelidad que “lo que se dice, no siempre es lo que se quiere decir…” Esos filtros son:
· Generalización: observar el mundo y a los otros ignorando posibles excepciones y condiciones especiales.
· Eliminación u Omisión: Presentar información parcial sobre la experiencia, prescindiendo del índice referencial de comparación.
· Distorsión: Sobre-Simplificación, especulación o imaginación sobre lo que es posible o lo que había sucedido.
La distancia virtual entre las dos estructuras (profunda y superficial), mediada por los Universales del Lenguaje, establece lo que usualmente se designa con el nombre “Mapa”, que podrá ser en correspondencia, muy reducido o muy amplio, lo que consecuentemente establecerá la existencia de pocas o muchas opciones de reflexión y acción lo cual hace emerger una de las frases más emblemáticas de la Programación Neurolingüística (PNL), “El Mapa no es el Territorio”.
La función esencial del Metamodelo de Lenguaje, como unidad operativa de la Programación Neurolingüística (PNL), es justamente ampliar la fisura que existe entre la estructura profunda y superficial, como mecanismo para ampliar a su vez, la cantidad de opciones posibles de reflexión y posterior acción ante las situaciones de quiebre a las que nos enfrentamos.
Una vez que se haya dominado el uso adecuado, el Metamodelo de Lenguaje es una herramienta poderosa y muy útil. Sin embargo, su utilización requiere de mucha práctica para poder asumir con propiedad el proceso interrogatorio e interpretativo que supone su correcta aplicación. El mismo, debe ir acompañado con un alto grado de rapport, y como premisa ética, se debe usar con moderación de lo contrario podríamos generar situaciones incómodas, o también propiciar procesos de mayor incomunicación.
La funcionalidad del Metamodelo de Lenguaje se puede evaluar tomando en consideración las opciones que aporta, y a la calidad de vida intelectual, conductual, emocional y relacional que se puede experimentar a través de él; porque permite orientar hacia conceptos que hacen emerger capacidades con mayor confianza en aquellas áreas en que visualizamos o sentimos que hay problemas. Se trata de una suerte re “re-significación” de situaciones para las cuales se pensaba no tener capacidad, o se desconocía la existencia de cualidades para operar eficientemente.
CONCLUSIÓN
Existen cantidad de ambigüedades y distorsiones que impiden una verdadera correspondencia entre la Estructura Profunda y la Estructura Superficial; para comunicar nuestra experiencia utilizamos la Estructura Superficial, que es una representación lingüística verbal o escrita. Esta comunicación suele ser incompleta, ya que es muy difícil hacerla en su totalidad- La Estructura Profunda sería la representación lingüista completa.
Esa es la razón e importancia del empleo del Metamodelo de Lenguaje propuesto por la Programación Neurolingüística para intentar resolver problemas o quiebres que nos exponen otros como, a mi juicio, es también muy importante utilizarlo en nuestro diálogo interno para detectar fallos de razonamiento e incoherencias al describirnos nuestras propias experiencias. Si prestamos atención a nuestro diálogo interno, quedaremos atónitos al darnos cuenta de la extraordinaria cantidad de conclusiones engañosas a las que llegamos cada día, y de la cantidad de heridas emocionales que arrastramos y podemos ahorrarnos al describir e interpretar en uno mismo las cosas como realmente han sucedido.
Bibliografía Consultada:
Bandler R. y Grinder, J. (1998). La Estructura de la Magia. 4ta. Edición. Editorial Cuatrovientos. Santiago de Chile. Chile.
OConnor, J. y Seymour, J. (1995). Introducción a la PNL. 8va. Edición. Ediciones Urano. Barcelona, España.
Excelente articulo.
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