10 de agosto de 2017

COACHING Y MAESTRÍA EMOCIONAL

 

Por Dra. Luz Marina Beltrán Pabón

RESUMEN

            El propósito de este artículo es introducirnos en el maravilloso y complejo mundo de la conciencia emocional, entendida como un estar  despierto, atento, abierto para percibir el mundo que nos rodea y nuestro mundo interior, comprender nuestras circunstancias, decidir cómo actuar frente a ellas de una manera que honre nuestras necesidades, valores y objetivos, con  el acompañamiento  del coaching, desde una concepción de autotransformación, de aprendizaje, donde  el coachado acompañado del coach, establece  las acciones necesarias para  mejorar  los  resultados,  tomando conciencia entre las competencias emocionales actuales y  las competencias emocionales deseadas, Como emergen de mí,en algunos momentos, decido hacer uso de la “voz activa”, mientras,  leo, reflexionó y escribo.Se fundamentó en una investigación documental, sustentado en los aportes teóricos de Branden (1998), Beauport y Díaz (1995), Benson (1975), Campos (2001), Echeverría (2000), Goleman (2012), Kofman (2008), Ortiz (2009), Sagan (1997). Primeramente, se intentó establecer qué son las emociones, qué utilidad tienen, cómo se activan, qué son reacciones conscientes, qué relaciones tienen con el coaching para adentrarse hacia la Maestría Emocional. El Éxito más allá del Éxito. Se concluyó  que es necesario desarrollar habilidades para entenderse  uno mismo, mediante la autoempatía.
   
Descriptores: Coaching, Coach, Coachado, Maestría  emocional.


INTRODUCCIÓN


Son particularmente abundantes las experiencias de distintos estados emocionales, la vida emocional  esta matizada de felicidad, tristeza, indignación, temor, rechazo, hostilidad, rabia entre muchas otras emociones capitales, que condicionan los pensamientos y  las acciones. Por ello, es descabellado pensar sin un mundo emotivo, sin ellas sería imposible sobrevivir, por lo tanto las emociones  son energía no visible en movimiento. Son las  respuestas o reacciones que sacan a la persona de su estado habitual, se activan cuando el organismo detecta algún peligro, amenaza o desequilibrio.
Al respecto, Kofman (2008) señala:

Diferentes estados emocionales se relacionan con la secreción de determinadas hormonas y con cambios metabólicos. Cuando tenemos miedo la amígdala secreta corticotropina, lo que provoca la reacción de pelear o escapar. También libera noradrenalina y dopamina, las cuales agudizan los sentidos. (p.288)


Frente al contenido de la cita, se hace comprensible los procesos fisiológicos y subjetivos de las emociones, el autor mencionado también hace referencia a cómo influye en  el sistema cardiovascular; acelerando los latidos del corazón y desviando la sangre hacia los músculos y las extremidades, sobre avisando al cuerpo para responder ante la situación de emergencia. Además se eleva el nivel de azúcar en la sangre, suministrando la gasolina  necesaria para entrar en acción y conectar el "piloto automático”. No menos cierto es que estas reacciones o respuestas fisiológicas pudieran ser fundadas, imaginando el estímulo, un ejemplo de ello es cuando comenzamos a salivar  con sólo imaginar un fruto cítrico como el limón, o el terror por lo acontecido en diciembre en 1999 hace más de diez y siete años, en lo que se denominó la tragedia de Vargas, uno de los peores desastres naturales acontecidos en el país, o escenas  placenteras como un atardecer a orilla de la playa, en un estado de completa relajación.
En cuanto a las teorías más importantes relacionadas con  las emociones se pueden agrupar en tres categorías: fisiológicas, neurológicas y cognitivas, Las primeras proponen que las respuestas intracorporales son las garantes de las emociones. Las segundas plantean que la actividad en el cerebro lleva a respuestas emocionales. Y  finalmente, las teorías cognitivas argumentan que los pensamientos y otras actividades mentales juegan un papel fundamental en la formación de las emociones. Los pioneros en explicar las emociones fueron: Darwin, James- Lange, Cannon- Bard, Shachter y Singer, Lazarus y  en estas últimas décadas Goleman con su teoría de la inteligencia emocional y Kofman con la maestría emocional.
Goleman (2012), advierte  que la mayor parte de las veces desconocemos las emociones que se van a sentir, cuándo sentirlas y con qué fuerza, ya que llegan inesperadamente desde la amígdala y otras zonas subcorticales al divisar algún peligro, sometiendo a otras partes del cerebro para que funcionen con normalidad, los neurocientificos lo han denominado “secuestro amigdalar”, desactivando la mente consciente, es decir, inhabilita a la persona a pensar con claridad, recurriendo a los hábitos y comportamientos inconscientes: lucha, huida o paralización. Cuando se  escapa la ira en forma de golpe, puñetazo, insulto, escarnio, humillación, está involucrado  un “secuestro amigdalar". Son esas reacciones inmediatas las que pueden afectar profundamente la vida de sí y la de otros. .
Para Kofman (2008), una mente consciente significa: “que estamos despiertos, atentos, abiertos para percibir el mundo que nos rodea y nuestro mundo interior, comprender nuestras circunstancias, decidir cómo actuar frente a ellas de una manera que honre nuestras necesidades, valores y objetivos”. (p.35). Ante lo que se devela, ante lo que puedo conocer, qué he de hacer? Entonces me pregunto: ¿Qué hacer con mis emociones, cuando aparecen sin esperarlas?, ¿Qué  ha causado el cortocircuito que dejó afuera mi racionalidad?, ¿Escucho o reprimo la información emocional que estoy sintiendo?, ¿Qué habilidades relacionadas con el coaching son esenciales para desarrollar una maestría emocional?
Son algunos cuestionamientos que vislumbro, la cual aspiro dilucidar en las líneas de este  texto, consciente que en el mundo de las emociones no existen verdades absolutas, ni respuestas correctas e incorrectas, más bien interpretaciones de quienes están envueltos en ellas y en la pericia de cada quien de descubrirlas, desnudarlas y de aprendizaje, para vivir una vida virtuosa, plena de sentido y felicidad.


Coaching   es  Aprendizaje

            Echeverría y Pizarro (2000) afirman  que el coaching es un proceso de aprendizaje de orden ontológico, es decir, es un reencuentro con el ser para su rediseño. Señalan los autores en relación con el aprendizaje que se entiende como: “la capacidad de autotransformación de una determinada entidad, sea ésta un individuo o una organización, de manera de asegurar su viabilidad y expandir sus posibilidades de éxito” (p.4).  De allí que  son las acciones quienes dirigen  a mejorar  los  resultados y eso se traduce en  aprendizaje, para ello es necesario tomar conciencia entre las competencias emocionales actuales y  las competencias emocionales deseadas (la meta). En el proceso de aprendizaje intervienen el coach (entrenador o acompañante) y el coachado (el cliente).
            Dentro de  la estructura emocional que se es, es necesario ir tras la búsqueda de emociones y juicios maestros, muchas veces encubierto y asociado a circunstancias coyunturales que el coachado ha logrado declarar como quiebre, más sin embargo, no revela plenamente el alma de éste, lo que anda mal, lo que  le disgusta, le desencanta, lo que  quisiera que fuera diferente y reconoce que se encuentra maniatado para hacerse cargo de ello. Ese espejismo, esa ilusión aparente requiere de un coach consciente y atento para hacerse cargo del coachado, que haya vivido  la experiencia como coachado, que sea disciplinado en  la práctica recurrente del coaching, que se entregue a otras formas de conocimiento como el intuitivo, hacia la escucha que va más allá de las palabras, hacia la mejora continua de si, a la reflexión en la acción, que se conduzca hacia la plenitud de  su autoconciencia, hacia su propia maestría emocional y encamine a otros a emprender su propio viaje.
            El proceso de aprendizaje del coaching, se enfoca  en  transformar el tipo de observador que se es, comprometiéndose y autotransformándose en lo que se quiere ser y de este modo transformar la manera de sentir, pensar y actuar, produciendo resultados nuevos y  diferentes. Para ello el coaching invita a salirse de la zona de confort en que se encuentra el coachado, indagando mediante preguntas poderosas, que  generen espacios de autorreflexión a partir de los cuales el coachado es quien tiene las respuestas y las acciones necesarias que lo ayudarán a lograr sus metas.
Los  procesos implicados en el  aprendizaje son vistos por los neurocientificos como procesos cerebrales en los cuales el cerebro reacciona ante un estímulo, lo analiza, lo procesa, lo integra y lo ejecuta.  En consecuencia, hoy  es posible asegurar que todo proceso de aprendizaje  va acompañado de un cambio en el cerebro, esa capacidad del cerebro para adaptarse a circunstancias cambiantes y adquirir información nueva es gracias a que el cerebro goza de una plasticidad  ininterrumpida. En palabras de Ortiz (2009), desde el punto de vista cerebral  el aprendizaje va a consentir en una generación de nuevas neuronas así como de nuevas conexiones dendríticas que van a crear una red neuronal más amplia y compleja de áreas interconexionadas y bien constituidas.
Comprender la estructura y  funcionamiento del cerebro revelan la base de cómo aprendemos, cómo adquirimos experiencia, actuamos, esto implica que los aportes de los últimos años desde la neurociencia, tiene profundas consecuencias en cómo se ve a sí mismos, al rapport o sintonía hacia el otro y a cómo interactuamos con el mundo que nos rodea, a fin de  generar las estrategias adecuadas para hacer los ajustes necesarios, la incorporación de nuevos hábitos, trabajando desde las rutinas, emociones y desde el pensamiento consciente.

 Hacia la Maestría Emocional. El Éxito más allá del Éxito

            De acuerdo con  Kofman (2008), existen cinco habilidades básicas o competencias para abordar las emociones, y conducirle hacia la maestría emocional, estas son las relacionadas con sí mismo: autoconciencia, autoaceptación, autorregulación, autoindagación y autoexpresión. Para alcanzar la maestría emocional se requiere del autodominio, el cual exige autoconciencia más autorregulación. Para ensanchar la autoconciencia emocional es necesario actuar como espectadores de las  propias emociones, es decir, transformar las emociones en objeto de observación, para luego buscar profundizar en el sentir, que implica  tomarse el tiempo de meditar las emociones, adentrándose  y quedándose  en la vibración emocional hasta recibir  la información que ella trae, evitando el “secuestro amigdalar.
Además, Según Goleman (2012) la raíz de todo autocontrol o autorregulación emocional reside en  resistirse al primer   impulso, porque las emociones, por su propia naturaleza, provocan algún tipo de impulso que conduce a la acción. De allí que, es imperativo  autoindagar la génesis u origen que está detrás de la emoción, allí se devela las creencias y valoraciones implícitas en la reacción que emerge.También, se hace necesario articular la autoindagación con dos habilidades  más, la autoaceptación  y  autoexpresión, la primera conduce a un reconocimiento estoico  de la realidad y lleva consigo una reconciliación con los  sentimientos propios, aceptando con naturalidad  la vida emocional para así comprenderla y liberarse.
            Para finalizar, es necesario autoexpresarla, Beauport y Díaz (1995), aseguran que “la energía de las emociones o te afecta por dentro o se expresa hacia afuera” (p.112), es decir, explotas o  implotas emocionalmente, en detrimento de ti o de otrosLa expresión saludable de las emociones es una respuesta adecuada a las circunstancias de la vida. A manera de continuar con la reflexión, me pregunto: ¿Puedo ser capaz de entender a otros y no entenderme a mí?, cuestionamiento clave para ir hacia la plenitud de mi autoconciencia, hacia mi propia maestría emocional y acompañar  a otros a emprender su propio viaje.

REFERENCIAS

Branden, N. (1998). El arte de vivir conscientemente, Paidós, Barcelona.


Beauport  y  Díaz (1995) Las tres caras de la mente. Caracas. Editorial Galac


Benson, H. (1975). The Relaxation Response, Morrow, Nueva York.

Campos, J. (2001).Inteligencia Emocional. Sus  capacitaciones más humanas. San Pablo. Madrid.

tp://drae.rae.es/ (2001). DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA – Vigésima. Segunda edición


Echeverría, R (2000) La empresa emergente, la confianza y los desafíos de la transformación. Buenos Aires Argentina. Ediciones Granica. S, A


Goleman, D. (2012). El Cerebro y la Inteligencia Emocional. Nuevos descubrimientos.Ediciones B, S.A.Barcelona. 1ª. Edición

Kofman, F. (2008). La empresa Consciente. Cómo Construir Valor a través de Valores. Buenos Aires. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S. A.


Ortiz, T. (2009). Neurociencia y Educación. Alianza Editorial. Madrid.

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